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Ser un flaco "obeso" puede ser más riesgoso que tener sobrepeso

Hay personas con un peso adecuado, pero cuya cantidad y distribución de grasa corporal eleva la posibilidad de problemas cardiovasculares.  

Cristián González 

Un cuerpo grande, ancho y voluminoso es parte del inconsciente colectivo cuando se habla de gordo. Sin embargo, los kilos de sobra no siempre son un indicador de obesidad: hay personas que aunque registran un peso corporal normal, tienen una cantidad de tejido adiposo mayor al recomendable. Son los "flacos obesos".

Una condición que encuentra en las adictas a las dietas, los sedentarios y quienes se alimentan de mala manera, potenciales candidatos.

"El problema en estas personas es que el aumento de grasa corporal incrementa la aparición de enfermedades como la hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, hígado graso y otras alteraciones metabólicas asociadas a un mayor riesgo cardiovascular, la principal causa de muerte en la población chilena", precisa la doctora Mónica Manrique, nutrióloga de la Clínica UC San Carlos y del centro Nutramed.

Según explica el doctor Víctor Saavedra, presidente de la Sociedad Chilena de Obesidad, una mujer en la que más del 30% de su peso total está dado por tejido adiposo cae en este grupo. Lo mismo ocurre con los varones en los que un cuarto de su peso corporal es sólo grasa.

Lo anterior se establece a través de exámenes de composición corporal, como impedanciometría -en que se ve la resistencia del organismo al paso de electricidad: a más grasa, mayor resistencia- o mediciones antropométricas, que miden ciertos pliegues en el cuerpo.

Un "flaco obeso" es también aquella persona que tiene un Índice de Masa Corporal bajo 25 (el IMC se mide dividiendo el peso por la altura al cuadrado), pero con un perímetro de cintura mayor a 88 cm en mujeres y a 102 cm en hombres, lo que refleja una gran cantidad de grasa abdominal.

"No es la grasa subcutánea, que está bajo la piel -explica la doctora Manrique-, sino que es de origen visceral, más profunda y que rodea a órganos como el hígado, intestinos o el bazo".

Este tejido adiposo libera ácidos grasos al torrente sanguíneo, lo que desencadena patologías como las ya mencionadas y que en medicina se conoce como síndrome metabólico.

Poca consulta

Durante el X Congreso de Obesidad y Trastornos Alimentarios, realizado la semana pasada en Mar del Plata, Argentina, se presentaron una serie de investigaciones sobre el tema.

A la tradicional clasificación de obesidad androide -la grasa se acumula a nivel de la cintura- y ginoide -el tejido adiposo se concentra a la altura de los muslos-, hoy existe una nueva clasificación, como precisa el doctor Saavedra: los pacientes obesos, pero metabólicamente sanos (o sea, con niveles adecuados de colesterol, sin hipertensión o intolerancia a la glucosa, etc.), y aquellos delgados, pero cuyo tejido graso es cualitativa, cuantitativa y funcionalmente dañino.

De hecho, hoy se sabe que una persona con peso normal, pero sedentaria, tiene más riesgo de enfermar o morir por problemas cardiovasculares que alguien con sobrepeso, pero activo físicamente.

"El IMC es una primera señal de alerta, igual que la relación entre la cintura y la cadera, para evaluar la salud de los pacientes; pero tenemos que ir más allá de estos números e investigar, por ejemplo, cómo es su alimentación y cuál es la proporción y distribución de músculo y tejido adiposo de su organismo", dijo la doctora Rosa Labanca, presidenta del congreso realizado en Argentina.

Sin embargo, la gente no consulta porque su cuerpo no delata esta "obesidad" oculta. Tampoco se tienen estadísticas sobre su prevalencia; por eso, el Centro de Estudios Clínicos de Investigaciones Médicas (CeCim), al que pertenece el doctor Saavedra, está evaluando cuantificar el problema.

Una vez hecho el diagnóstico, el tratamiento implica cambiar hábitos: reducir el porcentaje de grasa corporal mediante dietas, mejorar la alimentación y realizar ejercicios, sobre todo aeróbico. Si con estas medidas no se logra estabilizar las patologías presentes, se recurre a fármacos.

     
 Grasa      
     

Cuando el tejido adiposo corresponde a más del 30% del peso total de una mujer, y a más del 25% en los hombres, con peso normal, se habla de un metabolismo de obeso.

En riesgo

Aunque existe un componente genético, hay ciertos hábitos que favorecen convertirse en un flaco obeso, como el sedentarismo, una alimentación desbalanceada y dietas cortas y frecuentes. "Estas dietas hacen bajar de peso, pero a costa de la pérdida de proteínas y otros componentes, y no de tejido adiposo, que se sigue acumulando", dice el doctor Víctor Saavedra.

El médico advierte que las personas que se han sometido a una liposucción también están en riesgo: "Cuando el tejido adiposo es retirado de manera quirúrgica muy rápidamente, la grasa restante se reordena en forma diferente, facilitando su acumulación en zonas más riesgosas".

Publicado el 18/11/2010

Fuente: El Mercurio